Distancia



Son miles los kilómetros que nos separan, que nos impiden vernos, perdernos en nuestras miradas, hablarnos, escuchar tu risa por las madrugadas, sentirnos, acariciar nuestros cuerpos, conociéndonos centímetro por centímetro, uniendo nuestros cuerpos en la oscuridad, haciendo que la única manera en que pueda tenerte a mi lado es cerrando los ojos con las luces apagadas, imaginando que es tu voz la que me guía hacia nuestro lugar secreto, en el que nos veremos y al hacerlo iremos corriendo el uno al otro hasta que te tenga entre mis brazos.
Odio cuando el día a terminado y las horas para hablar contigo se han terminado, pero trato de ver el lado positivo al pensar que la noche se hizo para soñar contigo, hasta antes de que salga el sol, para mandarte el mensaje de Buenos Días, intentando aguantar las ganas de ser yo quien te acompañe en las mañanas de invierno con un café y el que tenga tus besos tatuados como tatuajes sobre mi piel en las noches  verano, mirando las mismas estrellas, la misma luna, cuando el insomnio no nos deja dormir y formamos constelaciones con ellas alumbradas por el brillo que muestra la luna volviéndose esa compañía que nos ha falta.
Mientras los minutos se vuelven eternos, sigo dibujándote poesía en el cuerpo, flores en los pechos y escribiéndote historias en las que la distancia no nos separa ni impide lo nuestro, dejando solamente el querer llevarnos por lo que sentimos, despertándonos de un sueño que no termina, en el que nuestros caminos se separan o incluso nunca se llegan a cruzar, abordando el mismo tren en el que nos encontraríamos de casualidad rumbo al mismo destino, a la misma estación de tren, donde encontraríamos el lugar perfecto para dejar atrás todos esos kilómetros que nos separaban y nos impidieron alguna vez amarnos.

Texto registrado bajo derechos de autor. Autor: Ryan A.