Quizá llegue a arruinar cada cita que hemos tenido, en las
que salíamos buscando divertirnos y sé que eso no me ha hecho el mejor
candidato para ser tu pareja, aquel compañero de vida, quizá llegue a olvidar
las llaves al salir de casa y tenga que quedarme afuera hasta que llegues,
olvidare dejar la ropa sucia en el canasto, darte esas cartas espontáneas que
tanto te gusta que deje por la casa, debajo de tu almohada, junto a tu taza de
café, pero no olvido que te gusta que llegue con tulipanes cada quince días o
cada fin de mes, que te gustar charlar antes de ir a dormir, no olvido lo mucho
que te gusta ser consentida, comer chocolate cada que ha llegado ese día del
mes que tanto detestas, ni mucho menos se me escapa notar lo linda que te vez
cada mañana al despertar, abrir los ojos y saber que tú estarás todavía
conmigo.
Sin duda alguna, me enseñaste que para alcanzar un sueño no
es necesario correr para llegar más rápido, que cuando caminamos, se disfrutas
más cada momento, me mostraste que con la persona correcto el mundo es de
colores y no sólo gris como lo veía antes de que llegaras a mi vida, con ese
peculiar modo de hacerme reír, con esa mirada en la que habita un universo
donde al mirarte siento que es contigo con quien voy hasta el infinito, en ti encontré
una droga que no sabía que podía volverme adicto, pero cada que te veo, me es
imposible resistirme el no besarte, aprendí contigo que los monstruos no son
invencibles y los malos días son solo eso, días, porque fuiste la calma que
llegó después de la tormenta.
No me alcanza el tiempo para demostrarte el amor que siento
hacia ti, pero lo que sí estoy seguro es que la vida me da lo suficiente para
quererte, para anhelarte, para admirarte, para ir detrás de ti a donde quiera
que vayas, para aceptar ser aquel que esté contigo en la saluda y en la
enfermedad, para ahuyentar lejos las pesadillas, para alentarte cuando sientas
que ya no puedas más, porque eres tú, la única a la que he aprendido a amar.
Texto registrado bajo derechos de autor. Autor: Ryan A.