Después de tanto tiempo, hemos vuelto a encontrarnos, a
mirar hacia atrás y recordarnos, a recordar todo lo que intentamos ser, todo lo
que no tuvimos, volvimos a recordar la vez que nos conocimos, aquellas primeras
palabras que nos dijimos, cuando todo parecía ser en blanco y negro y por las
noches la oscuridad me atormentaba, llegaste, recordamos las primeras risas, el
primer contacto de piel en un abrazo que para ser sincero el tiempo que duró no
fue suficiente, ese primer contacto visual, en el que nuestras miradas se
encontraron y nuestras almas intentaron reconocerse de vidas pasadas, ese
primer “TE QUIERO” que fue sincero y hasta la fecha no hay nada mejor que
recordar haberlo escuchado salir de tus labios.
Por eso y más, quiero decirte gracias, por esos días llenos
de alegría y esas noches que me hiciste soñar que estaría a tu lado,
aprendiendo a convivir con el dolor que dejo tu partida, porque nada se olvida,
lo comprobé cuando entendí que por más que lo intentara de mi mente no te
borraría, gracias por esas charlas interminables llenas de corazones e
intenciones de compartir nuestros días, esas platicas que por más que no
hubiera tema de conversación no se volvían incómodas, porque todo lo que importaba
era estar al lado del otro.
Gracias por ser efímera en mi vida, aunque ahora ya no
estés, sabes que tu inicial y la mía queda marcada en algún punto del tiempo,
repitiendo la en un bucle donde todo se queda como éramos, gracias por aquella
oportunidad de ser, por aquel “si” que dijiste tan nerviosa, por hacerme ver
que lo que valía era demasiado, tanto que compararte con algo no sería lo más
indicado, porque no habría algo con mayor valor, que tu.
Gracias por todo y aunque el destino es incierto, en alguna
otra vida nos estaremos reencontrado.
Texto registrado bajo derechos de autor. Ryan A.